jueves, 3 de mayo de 2012

la espada.

Hoy, de nuevo, tengo una necesidad abrasadora de llorar, lanzarle un llanto inconsolable a la noche o gritar cualquier sonido ininteligible con tal fuerza que tiemblen hasta las constelaciones.
Llorar, llorar... ¿Cúantas lágrimas poseo?, ¿Cúantas veces vaciaré los auxilios?, ¿Cuántas veces mis ojos, no serán más que ciénagas, agua estancada o contaminadas de la no-vida?.
Hoy, de nuevo, siento espinas en el aire, pero no alzaré mi voz, ni empaparé mi almohada. Una vez más me sentire sola, sucia y cobarde entre las sábanas, mientras mis no-sueños (siempre noes, malditos  antecesores de desgracias, volved al diccionario atroz que os engendró para torturarme!, y dejadme con mi agenesia emocional, como única compañía.) luchan por perpetuarse en la inconsciencia. Y así queridos, los no-sueños son también pesadillas. Curiosa palabra pesadilla..., juguemos y amputemos letras (pesa- dila) pudiera ser, pesar y decir. Dicen! claro que dicen!, pesan! por supuesto que pesan!, pero la invención de etimologías, como casi todo lo que hago, no me llevará a ninguna parte.
Y así es como mis extremos se dan las manos, se abrazan, se quieren y son felices asfixiándome en su ceñir impasible.

La angustia se adueña, de mis pies de mi manos incluso de mis lágrimas, afluentes ya a ninguna parte.

Hoy, de nuevo, tengo una necesidad abrasadora de llorar, porque no puedo/pueden ayudarme, porque hace tiempo que me pisoteo la vida, porque... ¿Por qué?... sentirse carroña...

No hay comentarios:

Publicar un comentario