viernes, 1 de junio de 2012

bus

En cierto sentido, me gusta viajar en autobús, me gusta llegar a las estaciones y poder observar desde la ventana todo el trasiego de gente, es como volver a vivenciar cada una de las despedidas, nervios de viaje, abrazos y todos esos sentimientos tan vivos y extremos que se sienten al abandonar un lugar, por muy pronto que vuelvas o por muy cerca que te encuentres.
Para quién monta en el autobus, lleno de pesimismo, es dificil reprimir las lágrimas, luego están aquellos capaces de mantenerse fuertes y saludar con ímpetu a quién deja fuera, o aquellos que simplemente duermen.
Los recibimientos, los abrazos, las prisas... cuánta humanidad. Es todo tan ligero!.

Y en mitad del trayecto, mirando las lineas blancas de la carretera, las que separan tu lugar de procedencia de tu lugar de destino, una ve pasar una tras otra, las señales de su vida, hasta llegar al punto de descanso que dice: todo está bien, mientras puedas presenciar tus propias despedidas.

Y hasta el pesimista consigue reestablecerse, al pisar suelo, al abrazo del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario